De todas las fugas, el director David Albala escogió retratar en su primer filme de ficción la de 1990, donde frentistas cavaron por su libertad y lograron esconder 55 toneladas de tierra dentro de la ex cárcel pública de Santiago. Mirando en retrospectiva 15 años en los que laboralmente le han cerrado las puertas por su discapacidad, Albala se pregunta: “¿Cuál es el túnel que yo excavo para reconquistar mi libertad todos los días?”.
Como un mantra, David Albala se repite a sí mismo en una escena de su documental Perspecplejia (2005): “Yo me voy a acostumbrar a esto, yo me voy a acostumbrar a esto”.
Ya han pasado más de 15 años desde que el destino lo situara a bordo de una motocicleta en el cruce de Hernando de Aguirre con Francisco Bilbao justo en el momento en que un conductor se pasó una luz roja. Un choque, una mandíbula quebrada, un corte en el cuello y una vértebra rota, una sola, que haría que Albala no pudiera mover nunca más sus piernas.
Después de 11 horas de cirugía, sin dimensionar bien lo que había pasado, dijo: “Lo único que necesito para trabajar es mi cabeza y mis manos”.
Así lo había hecho antes del accidente, como productor general y asistente de dirección de la serie “Patiperros” y como investigador y asistente de dirección de la trilogía documental “El Cuerpo de Chile”. Así lo hizo después, con el documental Perspecplejia que cuenta tanto su propia historia de superación como la de otras personas con discapacidad, y con el cortometraje Soul Checkmate (2010), grabado en Estados Unidos en medio de sus estudios en la Universidad de Texas en Austin -rankeada entre las 100 mejores del mundo-, en la que hizo un Máster de tres años tras ganarse las becas Fullbright y Presidente de la República.
David Albala ya había demostrado que se había “acostumbrado” y había dado muestras de lo que era capaz. Sin embargo, cuando en diciembre de 2016 una secretaria de Conicyt le preguntó por documentos que mostraran cómo había retribuido al país los estudios que le habían becado, respondió con resignación:
—Lo único que puedo mostrarte son las cartas de rechazos. Para que sepas que tuve buena fe en buscar trabajo y nunca lo encontré.
Habiendo golpeado todas las puertas, entendió que él no era el único que debía “acostumbrarse” a su nueva situación.
—Yo nunca imaginé que lo más difícil iba a ser la discriminación. La gente deja de creer en ti. No te creen capaz, competente, profesional. Para algunas personas el que tengas una discapacidad es como si estuvieras enfermo, te tratan así de mal — dice el director.
—¿Qué te decían en esas cartas de rechazo?
—Yo nunca cumplía el perfil. Ni antes de hacer Perspecplejia, ni después. Ni antes de irme a Estados Unidos, ni después. Si en quince años nunca encontré trabajo, ¿me vas a decir que en quince años nunca le di al perfil? Una vez me dijeron que estaba sobrecalificado, pero no encontré trabajo cuando estuve subcalificado ni tampoco cuando estuve calificado. ¡Entonces no es eso po’, hueón! Ahí tú decís: “Wow, la discriminación existe y es feroz”. Te das cuenta de que estás solo.
—Tú habías tenido trabajos previos, como Patiperros. ¿Sientes que después del accidente tuviste que partir de cero?
—Ufff, sí. Fue como que la experiencia previa no existiera. Eso también ocurrió cuando vine de Estados Unidos, era como que la experiencia previa no existiera y que lo que hice allá no valiera nada. Es frustrante cuando estái solo y tu currículum y experiencia no vale nada.
—Después del accidente habías pasado por un momento bien mediático, incluso estuviste entre los jóvenes líderes revista Sábado. ¿Cómo ves hoy ese momento, en retrospectiva?
—Es que no era como por la fama ni nada de eso. Lo que yo creía era que eso me iba a situar como un profesional frente al medio y que quienes toman las decisiones se interesarían en mí. Pero me equivoqué, rotundamente. Al final, en ese tiempo se puso más foco en la discapacidad que en la capacidad. Lo que importó fue que tuve el accidente y no lo que surgió a partir de él. Pero eso le ha pasado a centenares de chilenos. Los mayores enemigos de este país no están afuera, nosotros mismos coartamos a los nuestros.
—¿A qué cosas has tenido que renunciar en esto de siempre tener que estar demostrando y mostrándote laboralmente?
—Yo me enfoqué en mi carrera y no tengo familia, no tengo hijos. Hace muchos años no tengo pareja, porque tengo que encontrar una persona muy muy particular: alguien que no me tenga miedo, que no crea que soy un problema, que me vea como persona y que le guste. Tiene que haber una mujer muy valiente que quiera saltar esa primera barrera y diga “te quiero conocer”. Yo no puedo andar con un letrero diciendo “¡hey! yo también puedo tener relaciones sexuales, también puedo ser papá”. Tengo que esperar primero que esa persona no se asuste. Por ejemplo, hueás concretas que me pasan, en una discotheque, yo entro y la gente genera un círculo alrededor. A mí me gusta bailar y bailo en la silla. Se me acerca una mina y me dice “¡Te felicito!”. Y yo “¿Por qué?”. “Porque te atreves a bailar”. Cómo estará de shockeada… pero esa hueá no tengo cómo cambiarla.
En el living de su casa, David Albala muestra de forma inédita el trailer preliminar de su primera película de ficción “Pacto de fuga”, basada en el escape de 49 reos -24 de ellos miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR)- de la ex cárcel pública de Santiago a través de un túnel de 50 centímetros de ancho y más de 60 metros de largo.
Escenas de acción, desconfianzas, diálogos tensos. Actores como Benjamín Vicuña, Roberto Farías, Francisca Gavilán, Amparo Noguera y Willy Semler -quien incluso estuvo preso en esa cárcel-. El trailer mantiene la atención en todo minuto, ya que pareciera ser un “Prision Break” pero con elementos muy característicos de Chile. Para cuando llega una de las escenas de los fugados dentro del túnel, un plano oscuro logra transmitir esa sensación de claustrofobia que probablemente los reos tuvieron que soportar en pos de obtener su libertad.
—¿En qué momento se te mete en la cabeza la idea de contar esta historia?
—Yo estaba todavía en Estados Unidos, en 2010. Me acordé de esta historia que yo había leído en la prensa y que encontraba tan extraordinaria como obra de ingeniería. Porque tú no te puedes fugar de la cárcel escondiendo 55 toneladas de tierra adentro de una cárcel, esa hueá yo la encontraba descabelladamente brillante. Me preguntaba cómo a nadie se le había ocurrido hacer esa película. ¡Yo quería ir a ver eso al cine! Primero ganamos un fondo Corfo de desarrollo y luego el fondo audiovisual. Ahí empezó el trabajo de buscar socios.
—¿Cuántas puertas golpeaste antes de encontrar financistas?
—Hicimos más de 60 presentaciones, que les dicen Roadshows, y todos los que nos vieron dijeron que no. Después Benja Vicuña nos prestó el teatro Mori, en abril del año pasado, para hacer la presentación. Fueron 50 personas y de ese grupo aparecieron los que dijeron que sí (Grey Capital).
—Para realizar la película, compartieron con protagonistas de la fuga. ¿Cómo crees que fue esa experiencia?
—Yo creo que fue muy importante para todos ver que es verdad, entender las motivaciones, las reflexiones, los racionamientos y justificaciones. Podrán no compartirlo, pero pueden entender y conocer en detalle cómo era lo que hicieron. Porque lo que hicieron era imposible, es una fuga imposible. Así lo presentamos en los Roadshows: “Esta es la historia de una fuga que no se puede hacer, pero que se hizo”. Entonces para todos fue muy importante conocer a Raúl (Blanchet), participar activamente y confiar en lo que estábamos haciendo.
—¿Qué otras cosas te llamaron la atención al investigar?
—Que el trabajo fuera tan silencioso y secreto, que con la compartimentación de la información lograran que nadie, aparte del equipo, se enterara. Por ejemplo, uno de los que no fue invitado a la fuga y que se escapó en el segundo grupo nos contó que no podía creer que hubiera un sistema de ventilación en un túnel, iluminado. Le preguntamos: “¿Tú no te diste cuenta que por 18 meses estuvieron construyendo un túnel?”. Y dijo que no, que muchas veces le pasaron pasta muro y nunca conectó para qué era. De hecho, el pilar que ellos cortaron está en la parte más visible de la celda, que es la puerta. Mientras más visible, es menos visible, porque tú no vas a creer nunca que aquí está. Tú creerías que está atrás, escondido detrás de un tambor de basura. No, yo te lo pongo encima. Una de las cosas que ellos querían lograr era golpearle el ego a Pinochet, porque el FPMR había fracasado en casi todas sus operaciones.
—¿Crees que hay gente que lo pueda llegar a interpretar como un homenaje a los frentistas?
—Pacto de fuga es una película inspirada en hechos reales, porque tiene muchos elementos de ficción. No hay ningún personaje de nosotros que exista en la realidad, entonces nuestros personajes fueron construidos a partir de varios, todo esto supervisado por Raúl Blanchet. Dicho esto, llega la pregunta de si yo voy a dejar a los miembros del FPMR como héroes. Si tú consideras que construir un túnel de 80 metros de largo con un solo destornillador y esconder 55 toneladas de tierra dentro de la cárcel te convierte en un héroe, es tu opinión. Pero eso lo hicieron.
—Claro.
—Ahora, si tú consideras que esa obra de ingeniería es una obra épica, ese adjetivo calificativo lo estás poniendo tú. Yo te muestro lo que hicieron. Si tú consideras que los gendarmes se referían a ellos correctamente cuando los trataban de terroristas, porque así lo hacían, es tu opinión. Si tú consideras que los frentistas se referían correctamente hacia Pinochet llamándolo dictador, porque así lo hacían, es tu opinión. Lo que te presenta la película es un hecho. Ahí cada uno tendrá la oportunidad de determinar con su opinión que es lo que gusta y qué no, si adscribes o te sumarías a una vía armada, como lo hicieron los miembros del FPMR en dictadura, o no lo harías.
—¿Consideraste alguna vez hacer la película de la operación Vuelo de Justicia, del escape de frentistas en helicóptero en 1996?
—Nunca. Para mí el foco siempre estuvo en este tema porque, insisto, la obra de ingeniería es extraordinaria. Tú no puedes esconder 55 toneladas de tierra adentro de la cárcel, hueón. Es una fuga que no se puede hacer y que se hizo. Además, al hablar de un túnel y la reconquista de la libertad, tú entras en otras interpretaciones. Porque yo puedo hablar de la reconquista de la libertad desde mi silla de ruedas, a través de mi limitación. ¿Cuál es el túnel que yo excavo para reconquistar mi libertad todos los días? ¿Qué es lo que representa ese túnel? Motivación, determinación, confianza, convicción.
Para David Albala, “Pacto de fuga” es una oportunidad para mostrar todo lo que ha aprendido en estos años, para validarse una vez más ante sus pares y meterse de lleno en el mundo del cine.
El título de la película tiene una bajada: “La libertad es un deber”. Un mensaje con el que Albala ha convivido constantemente:
—La libertad no es un derecho, te la tienes que construir, te la tienes que ganar. Más allá de las barreras que tú encuentres en tu vida, no necesariamente estando preso, tienes que encontrar la manera de darle camino a tu libertad.
Fuente: eldesconcierto.cl
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