En la ciudad de Pucón ocurrió una impresentable situación de discriminación contra un joven con síndrome de Down por parte de la empresa Buses JAC. Su hermana realizó sus descargos a través de las redes sociales pidiendo más empatía, solidaridad y tolerancia:
Felipe tiene Síndrome de Down.
Y Felipe es actor. Participa de la compañía Bendito Teatro junto con otras personas con su misma condición, y han montado varias obras que han llenado distintos teatros muchas veces.
Con un orgullo profundo, digo que Felipe es mi hermano.
Por ser actor, y por ser una persona con Síndrome de Down, hace algunos años a Felipe lo llamaron del programa “¿Y tú, qué harías?” de TVN para recrear una situación de discriminación y ver la reacción de la gente a su alrededor. Hubo personas indiferentes, personas incómodas y personas enojadas. Pero se trató sólo de una actuación.
Hoy, Felipe fue discriminado de verdad. En su vida real.
Por primera vez en su vida, y con muchísimo entusiasmo y orgullo por la autonomía lograda, se volvía solo desde Pucón a Santiago, luego de unas vacaciones familiares, para retomar su vida laboral. Muy feliz se subió al bus -JAC, número 7785, asiento 12, Salón Cama- y nuestra mamá esperaba poder acompañarlo a sentarse para asegurarse de que estuviera cómodo. Ella comentó al chofer que quería acompañar a su hijo con Síndrome de Down, y en ese momento comenzaron los problemas. El auxiliar del bus le indicó que él no podía subirse porque tenía Síndrome de Down. Entregó una serie de argumentos absurdos y discriminatorios, con Felipe presente como si él no escuchara ni entendiera lo que estaba pasando. Le dijeron a mi mamá que “le podía dar un ataque o algo” y que ellos no se podían hacer cargo.
Cuando mi mamá quiso hablar con el chofer en busca de apoyo ante esta situación, él le respondió que “por su enfermedad” no podía viajar solo. Gracias al cielo y a la vida, Felipe tiene ángeles de la guarda en todas partes… y esta vez no fue la excepción. Un muy buen joven, se le acercó a mi mamá diciéndole que no se preocupara, que él iba a estar atento, empatizando con ella y diciéndole que, ciertamente, por situaciones y personas como éstas, Chile hoy está como está. Y es así porque falta empatía, porque falta humanidad, porque falta mucho para entender que la diferencia es parte de la vida. De todas las vidas.
No puedo explicar la angustia, impotencia, rabia y pena que sintió mi mamá en ese momento y el resto de la familia apenas nos enteramos de la situación. Me parte el alma pensar en la frustración de Felipe al presenciar esta escena. Él, orgulloso de estar realizando su primer viaje solo en bus para llegar a Santiago a trabajar, quedó con la sensación de que él era un problema. Y se preocupó.
Esta no fue una actuación. Fue real. Y me duele mucho pensar que tanto Felipe, como muchas personas con capacidades o condiciones diferentes, sufren este tipo de discriminaciones por la ignorancia e indolencia de algunas personas.
Sólo para tener en cuenta, Felipe estudió en un colegio “normal” donde fue escogido por toda su generación de 4tos medios para hacer el discurso de graduación. Estudió en la Universidad Central una carrera que le entregó herramientas y autonomía para desenvolverse en este mundo tan “normal”. Aprendió, a punta de esfuerzo suyo y de mi mamá, a movilizarse solo en micro por Santiago. Ha dado charlas, es parte de una compañía de teatro y, a pesar de que costó mucho, hoy tiene un trabajo digno en la Subsecretaría de Educación Parvularia del Ministerio de Educación (sin ningún pituto). Y es el orgulloso padrino de mi hija menor.
Ese es Felipe Cortina Toro. Un grande, que ha derribado muchos mitos, pero que hoy sigue expuesto a la discriminación. Quiero que se sepa, que se viralice, porque no quiero que esto siga pasándole a Felipe ni a nadie. Porque nadie lo merece, y si queremos un Chile mejor y más justo para todos, ésta es una vía que no nos podemos saltar.
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